Nací en una de las ciudades más grandes del mundo, São Paulo, y en un país con una de las selvas más grandes del mundo, Brasil. Allí, dicen, ¡todo es grande! Cuando, de pequeño, llegué a Barcelona, lo primero que hice fue pillar un buen resfriado. Desde entonces, no he hecho muchas cosas, excepto embobarme, embobarme y embobarme, y andar, andar y andar. Y cuando me embobo y ando mucho, escribo.
Para mí, escribir es la única ocasión que tengo de verme las raíces, unas raíces que a menudo toman forma de libro y viajan por casas, librerías y bibliotecas. También pueden tomar forma de artículo y pasar, huidizas, por mesas de bar o sofás de domingo. ¿Sabéis qué me gusta más de cuando me embobo, ando y escribo? Escuchar. Escucharlo todo muuuy atento y, sobre todo, agradecido de poderlo hacer.