Desde que tengo recuerdos, siempre he admirado a los indígenas, que descubrí a través de cuentos infantiles. En la adolescencia, con los Scouts, dedicamos un curso a sumergirnos en el mundo misterioso de los indios de los bosques norteamericanos.
De mayor, la Vida me ha llevado a conocer pueblos indígenas en las estepas árticas, en los desiertos y las montañas de África, en las praderas de América del Norte, en los ríos y las junglas de la Amazonia, y en los bosques brillantes de Australia. Allí, he tenido el privilegio de conocer a unas comunidades más sabias y bondadosas de lo que nunca hubiera imaginado. Este libro es un testimonio de agradecimiento por todo lo que me han enseñado.
